Desde que descubrió que podía correrse con el pene, este joven seco y tatuado no paraba de correrse. En poco tiempo, su mano no fue suficiente y empezó a sodomizar a jóvenes de su edad durante todo el día. Aquí está uno de sus días de muchas llamadas de botín. Hay que ver cómo le mete los dedos por el culo al jovencito que le sirve de compañero y válvula de escape. Un dedo, dos dedos, casi toda la mano: su sed de agujeros no tiene límites y no se cansa de ver a tíos inocentes chillar y suplicarle que le chupe su gran polla joven y dominante. Con él, follar no es una opción, es una obligación. Y la recompensa vale la pena: ¡un exprimidor de competición!