Con los músculos doloridos y el sudor en su frente, el joven Angel Pierce termina su entrenamiento, la sensación de su gruesa polla sin cortar se agita en sus pantalones. Como la mayoría de los chicos que se ejercitan, siempre termina con una buena paja y una salpicadura de semen, lo cual es una recompensa muy satisfactoria, especialmente cuando la comparte con un chico en las duchas del gimnasio. Esta vez está en casa, donde puede disfrutar de verdad y tomarse un poco más de tiempo, frotando su polla gruesa y parpadeante y disfrutando de los pensamientos sucios. Su carne rosada palpita en su empuñadura mientras sus manos se deslizan arriba y abajo, su prepucio húmedo se desliza sobre su punta, sus pesadas pelotas rebotan con cada bomba de su generosa herramienta. El placer crece y crece mientras acaricia hasta que no puede detenerse, tiene que correrse. El semen sale a borbotones de su capucha, salpicando todo su magnífico paquete de seis. ¡Hora de ducharse!