Es una fresca tarde de verano y David y Dylan sólo tienen una cosa en mente cuando se encuentran en la azotea. Con rápidas presentaciones, los dos pronto se están besando, conociéndose en un sentido carnal. Una pequeña mamada de polla en la terraza les da ganas de más, y se dirigen al dormitorio cercano donde pueden explorarse mutuamente y apreciar sus pollas latinas sin cortar. Los dos adolescentes son experimentados, saben cómo acariciar y chupar un pedazo húmedo de carne, pero después de intercambiar sus erecciones y saborear el sabor de su prepucio, necesitan experimentar más. El borde del agujero de Dylan es una tentadora provocación, haciendo que su culo suplique por esa dura y joven erección en su interior. David apunta con su carne hinchada, aliviando su punta hinchada entre esas mejillas ligeramente peludas y pinchando a su nuevo amigo, siguiéndolo con cada centímetro de su cálida erección. A Dylan le encanta sentir una buena polla cruda dentro de él, pero lo disfruta aún más cuando está montando. Deslizándose por el tronco de su amigo, da un paseo, su carga de semen crece en sus pelotas que rebotan. Cuando el joven David saca su polla desnuda y se prepara para disparar su crema, Dylan está allí esperando, con la boca abierta, sediento de sus jugos. Mientras el semen inunda su boca y decora su hermosa cara, su propia polla comienza a brotar.